Efectos secundarios (de lecturas).

Hoy agrego oficialmente dos nuevos libros a mi lista de leídos. 

El primero, Viaje al Japón de Rudyard Kipling, lo terminé de leer hace unos días, pero no había tenido tiempo de sentarme a reseñarlo. El texto se compone, como ya lo suponían, de los apuntes de un viaje que dio al Japón el autor en el año 1889, y reúne todas las condiciones para garantizar una buena lectura: es divertido, interesante y bien contado desde la primera página hasta la última. Puedo asegurarles que Kipling y yo visitamos (vimos) el mismo Japón, aunque nuestros viajes hayan ocurrido con un siglo de diferencia; su texto me ha despertado toda suerte de nostalgias. Comparto su gusto innato por los viajes (Esa «buena tierra parda» nuestra tiene muchos placeres que ofrecer a sus hijos, pero entre sus dones hay pocos comparables a la alegría de entrar en contacto con un nuevo país, una raza completamente extraña y costumbres contrarias. Tanto da que se hayan escrito bibliotecas enteras; cada nuevo espectador es, para sí mismo, un nuevo Cortés.), su entusiasmo por la belleza del país (dos grandes rocas manchadas y rayadas de verde y coronadas por dos raquíticos pinos de color azul negruzco. Al pie de las rocas un bote, que por su color y su delicadeza podía haber sido de madera de sándalo labrada, sacudía al viento de la mañana una vela rizada blanco marfil. Un muchacho azul añil, con la cara de marfil viejo, tiraba de un cable. La roca y un árbol y el bote formaban un panel de pantalla japonesa, y vi que el país no era una mentira.), su asombro por la omnipresente limpieza (Nos dejaron solos en ese paraíso de limpieza y belleza...), su irritación frente a esa cultura que parece tan cercana y al mismo tiempo tan incomprensible, y hasta su sentido de inferioridad ante la aparente -y apabullante- perfección de ese pueblo (Miré a mi alrededor la habitación intachable, los pinos enanos y las cremosas flores de cerezo allá fuera, a O-Toyo burbujeando de risa porque yo sacaba humo por la nariz, y el anillo formado por doncellas del Mikado con la piel de oso marrón como telón de fondo. Había color, forma, alimento, comodidad y belleza suficientes para una contemplación de medio año.) ¿Qué más podría decirles? Si les gusta viajar, si les interesa Japón y si les apetece el goce de una buena lectura, este es el libro ideal para ustedes.

El segundo libro que recién termino de leer es Amor se escribe sin hache, de Enrique Jardiel Poncela. Esta, recomendación de un buen amigo, es una lectura completamente disfrutable. El autor tiene la admirable característica de no tomarse nada en serio, sobre todo a sí mismo, y en este libro arremete contra todo lo que imperaba en la época en que fue escrito (la frivolidad, la moda, la ‘elite cultural y social’, los mecanismos gubernamentales, las novelas rosa, los tópicos…) y que, a pesar de la cruda y acertada burla a que es sometido en este texto, sigue imperando aun hoy. La novela tiene la virtud de parecer ligera y leerse como tal pero, al mismo tiempo, nos hace pensar y reevaluar los pilares sobre los que se asienta nuestra existencia. Exactamente el tipo de efectos secundarios que buscamos en la literatura.

Hay aun un tercer texto que leí hace poco y quería, más que comentarles, recomendarles. Se trata de la Carta a un joven literato de don Miguel de Unamuno. Carta corta y sin desperdicio que todo aquel que tiene el oficio o el placer de escribir no debe dejar de leer, ni tampoco todo aquel que quiera mejorar como ser humano. Tuvo, además, el buen tino de aparecer ante mis ojos justo cuando terminé de leer La librería y su efecto fue el de un excelente vino después de una mala comida. La pueden encontrar AQUI.


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Comentarios

  1. A Unamuno lo leí hace poco (Niebla), gracias a la recomendación de tu socia Diana, pero no conocía esa carta, llena de esgrima literaria, muy al estilo de Don Miguel. Me recordó el célebre librito de Rilke, "Cartas a un joven poeta", lleno en otra tesitura de palabras y consejos imprescindibles... y trajo a la memoria el libro reciente de Vargas Llosa, "Cartas a un joven novelista", que está en el radar para cuando haya oportunidad. El de Kipling hace unos días lo hallé, y ya espera turno. Gracias por la recomendación.

    Ah, de Jardiel creo que todas sus novelas merecen ser leídas, precisamente por lo que apuntas: siempre es útil aprender a no tomarse en serio a uno mismo. El sentido del humor es algo siempre bienvenido. =)

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  2. Don Ivanius: Mil gracias por el comentario, y por lo largo y detallado. Que lo lean a uno con atencion es algo realmente gratificante.
    Buscare Niebla. Esta carta me ha dejado con deseos de mas.
    Y gracias por la recomendacion de Jardiel Poncela, ya ves que fue disfrutada y aprovechada al maximo!
    Abrazo!

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  3. Un dato "curioso" sobre Niebla: Lo leí en una tarde, y se me ocurrió "transmitirlo" en cápsulas a través de la casa de los trinos.

    El objetivo no era condensarlo, ni arruinarles la lectura a quienes deseen abordar el libro completo (de suyo breve), sino aprovechar los confines de los 140 caracteres para transmitir algunas frases e ideas que resaltan.

    No he podido repetir el experimento por motivos de horario, pero veo que tal vez el libro de Kipling que recomiendas, por su brevedad, puede ser buen candidato para ello. Ya lo avisaré. ¡Abrazo!

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  4. Ivanius: Es una invitacion a volver a la casa de los trinos? Creo que solo por algo asi volveria!
    Ya tengo Niebla en mis manos, y algo mas... una sorpresita!
    Besos!

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