Descubriendo a Nemo (y algo mas)
Hace poco les conté la fuerte impresión que me produjo el descubrimiento del –para mi- mas fantástico personaje de Julio Verne, el Capitán Nemo. Pues, deseando conocer mas de el y aprovechando, además, que la timidez no es una de las cualidades que me adornan, me lance a por mas. Seguí su rastro hasta La isla misteriosa y, como sucede con todo buen libro, encontré mucho más de lo que fui a buscar. Esta vez no me salte una sola página, lo juro. No solo me mantuvo interesada desde el principio hasta el fin, sino que hasta despertó en mi algunas de mis fascinaciones olvidadas, como el estudio de la química o la física.
A pesar de que durante casi toda la lectura tuve que hacer abstracción de mi amor por los animales y del horror que me producía ‘ver’ las matanzas efectuadas por estos ‘náufragos del aire’ autonombrados colonos, este libro me ayudo –quizás como al propio Nemo- a recuperar mi confianza en el ser humano. Estos cinco hombres que caen en una isla desierta logran recrear buena parte de la civilización en esos pocos kilómetros, sin mas recursos que sus manos, su cerebro y los que la naturaleza les brindaba; logran, en fin, vivir en ella humanamente.
El trabajo y el conocimiento ocupan un lugar fundamental en estas páginas, y esto me gusto mucho, pero quizás lo más valioso que encontré es la idea implícita aquí de que ambos, trabajo y conocimiento, deben ir a la par. No es mas importante el uno que el otro, ni un científico lo es mas que un marinero o que un esclavo liberto. Puesto que llegan a esa isla sin nada mas que sus ropas, tanto su raza como su posición social o cualquier otra vanalidad que en el mundo ‘civilizado’ nos parecen tan importantes, cobran para estos hombres su verdadero significado, o sea, se anulan, y son sus conocimientos, habilidades y la hermandad que los une lo que hace de su estancia allí algo memorable.
Muchas otras impresiones me asaltaron en esta lectura haciéndola ciertamente muy completa: la molestia ante la facilidad con que el hombre cambia el entorno a su paso sin preocuparse por las consecuencias que esto pueda traer; la alegría de la comunicación lograda entre un hombre y un animal salvaje; el desprecio ante aquellos que se dejan arrastrar por las bajas pasiones y malviven alegremente de ellas; la admiración por un hombre que aprende a vivir de acuerdo a sus altos ideales…
¿La recomiendo? SI, sin dudas. No creo que nadie se arrepienta de aventurar sus pasos en esta isla misteriosa.
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