De la Navidad, la lotería y algo más.

crédito de imagen

Las iluminaciones de la ciudad ya no me encandilan como antes, cuando las veía por primera, segunda o tercera vez. Me siguen gustando las decoraciones navideñas, un poco menos ahora que el diseño de líneas estilizadas le va ganando la partida a la tradición; aunque he de reconocer que la impresión de estar caminando dentro de una película sigue siendo la misma, un poco más ahora que la realidad va perdiendo inexorablemente su autenticidad a golpe de una globalización que no implica hacernos semejantes los unos a los otros, como pudo pensarse en sus inicios, sino todos iguales a los cánones de belleza y felicidad que establecen la televisión y la propaganda. Me sigue gustando ver las calles iluminadas, sí, pero ya no me creo que todos bajo esas luces son felices.

La Navidad, sin embargo, siempre es una época de alegres remembranzas. Al menos lo es en mi caso, y sobre todo desde hace unos cuantos años cuando dejamos de hacer fiestas en familia para comenzar a extrañarlas. En las Navidades de mi memoria en la isla no había luces en las calles ni arbolitos decorados salvo en algunas pocas casas, pero todo el que podía se esforzaba por darle una nueva capa de pintura a su hogar para comenzar el año con un sentimiento de renovación; no se cantaban villancicos ni canciones alegóricas a las fechas, pero no faltaba la música alegre en cada calle; no se comía pavo como ahora se ve en todas partes, ni se hubiera aceptado en ninguna mesa que se respetara teniendo el típico lechón asado que tanto se disfrutaba; no se intercambiaban regalos sino alegría en aquellas grandes comidas de familia reunida, donde cada ausencia era notable y dolorosa.

Este año en particular y gracias a la prolongada crisis, estas fiestas en España han venido marcadas por la lotería, desde el desacertado anuncio de la lotería nacional -y la aparición en él de grandes artistas como Monserrat Caballé y Raphael, que hasta ahora no me explico- hasta la triste estadística que muestra que en esta ocasión tres de cada cuatro españoles han comprado un boleto, sin olvidar el "árbol" de la Plaza del Sol en Madrid: un cono de metal dorado con bombos de lotería como único tema decorativo.

No condeno la lotería; en la isla también se jugaba. Estaba prohibido y creo que lo sigue estando pero la gente nunca renunció al sueño de ganar dinero fácil. No había lotería, lo que había era algo llamado "la bolita", una charada con influencia china en la que se usaban para el premio los números ganadores de los sorteos hechos en otros países y captados por radio. A cada número del 1 al 99 se le atribuían uno o varios significados en ese sistema, y la gente solía asociar sus sueños a esos significados para escoger su número.

No recuerdo cómo se jugaba, sólo recuerdo a mi madre anotando una vez por semana sus números en un papelito y dándoselos con algo de dinero a quien pasaba a recogerlos. A veces ganaba algo, a veces no. Creo que lo que más le gustaba era la incertidumbre del jugador y la camaradería que se generaba al salir a la calle y preguntarle a cualquier vecino qué número había salido. Todos jugaban, como ella. Todos formaban parte de un mismo organismo oculto y excitante.

Mi padre también jugaba pero en él había algo distinto: mi padre jugaba no para ganar dinero sino para realizar sus sueños. Como buen sagitario que era, siempre vivió construyendo castillos en el aire. Hacía miles de planes y jugaba a veces para poder realizarlos. Incluso cuando vivió varios años en otros países también jugó, a su manera tranquila y moderada. A él no le ganó nunca la idea del dinero, no era ese su objetivo. Mi padre nunca perdió la ilusión.
__________________________________________
Licencia de Creative Commons  Diario de la Pelusa es un blog escrito por Elena Brito (Pelusa) y está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.

Comentarios

  1. "El que juega por necesidad, pierde por obligación", decía mi padre, ... jugó durante años y nunca se sacó nada, jeje. para mí que es un impuesto por soñar. Por cierto, en México, al menos en Veracruz y Yucatán, también se juega "bolita", y también se supone que es clandestina, aunque la vendan los mismos billeteros de la Lotería Nacional

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es interesante todas las similitudes que voy descubriendo entre la isla y esas zonas de México. :)
      Me gusta la idea del impuesto por soñar.

      Eliminar
  2. Acá sólo existe la Lotería Santa Lucía, la cual se ha permitido para ayudar a la Sociedad Pro Ciegos y Sordos, así que de vez en cuando compro número con la intención de ayudar a esta sociedad, pero siempre con la esperanza de que mi número salga favorecido con algún premio :)
    He ganado reintegros, lo cual me permite seguir en la jugada sin gastar un centavo, y una única vez gané un poco más no mucho pero sí significativo :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Miriam, no tengo ni idea de si la lotería de aquí es benéfica o no, la verdad. Tienes suerte en esto, entonces! Bien! Yo nunca me he ganado nada. Nunca he jugado pero he entrado a algunos sorteso de vez en cuando y nada. No gano mi pa'l chícharo, como dicen en la isla, ajaja
      Besos!

      Eliminar
    2. Elena, considérate afortunada, acá dicen que si eres afortunado en el juego eres desafortunado en el amor, yo quisiera amor, pero si no hay, aunque sea unos centavitos jaja

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares