Estos son "los mundos que amo"

A uno se le pueden llenar las noches de muchas cosas. Eso lo descubrí en la época en que llegó a mi vida la ciencia ficción. Mi hermano mayor, el único de todos que me prestaba libros, había dejado en casa El sol desnudo de Asimov, y con él constaté que en las noches, si se dejaba de dormir, se podía absorber un libro y redecorar los mundos que otros habían creado para mí. 

Mi padre, siempre atento a los derroteros por los que me llevaban todos aquellos intereses que iba encontrando en mi camino, comenzó a comprarme libros de ciencia ficción. Él mismo no los leía, no le gustaba el género, pero traía para mi consumo todos los que encontraba en las librerías de la isla: edición en rústica, con una cartulina no menos rústica a modo de portada y con el papel invariablemente amarillo, incluso antes de haber tenido tiempo de envejecer pero, eso sí, llenos de fantasía, desbordantes de seres y de historias que yo ni siquiera me había atrevido a imaginar pero que poco a poco, página a página, fueron ensanchando, encauzando mi universo.

Y así las mías, las noches de mi adolescencia, se llenaron de ovnis, extraterrestres, contactos cercanos o ansiados, dinosaurios y todo tipo de figuras que en aquellos momentos no me parecían fantásticas, aunque tampoco ahora tienen menos realidad ante mis ojos.

¿Los autores? Casi siempre cubanos, que eran los volúmenes más baratos y los más fáciles de encontrar: Daína Chaviano, Alberto Serret, Chely Lima, Bruno Henríquez, Oscar Hurtado, el simpático F.Mond... Cómplices de aquellas noches, cocreadores de mi alma, me acercaron cada vez más a la escritura. A ellos les debo la certeza de que algún día también yo podría darle cordel y palabras a lo que se agitaba en mi interior. A ellos -y a mi padre- les estaré siempre agradecida, cualesquiera que sean los mundos por los que ahora naveguen.
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Bonus: Aquí les dejo algunas portadas de los muchos libros que guardaba en aquella mi biblioteca particular, la de mi adolescencia, la que llené a cuenta de los bolsillos de mi padre y que hoy, tantos años y viajes después, ha desaparecido de este plano terrenal y pasado a engrosar seguramente los registros akásicos, pero que aún permanece íntegra en mi memoria:


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Comentarios

  1. hay no he leído ni uno, yo tampoco era fan, aunque en casi teníamos casi todo lo de asimov

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    1. Vilma, yo era mega-fan! Esos son solo unos pocos de los tantos libros que tenía en casa.
      Besos!

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  2. No soy muy fanático de la ciencia ficción, pero realmente concuerdo contigo, gracias a los libros mis noches y algunas veces mis mañanas resultan emocionantes, al borde de un colapso por las aventuras, las intrigas, el romance, la fantasía, que hermoso que nos compartas un poco de esa memoria a través de los libros.

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    1. Christian, no importa si es ciencia ficción o novelita rosa, lo importante es que las noches, los días y todo nuestro mundo interior terminen enriquecidos con su consumo, que no pasen dejándonos indemnes.
      Abrazo!

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  3. Estoy encantada de haber encontrado este sitio, soy fanatiquisima de Daína Chaviano de echo mi hija de 18 años se llama así por ella.

    Yarmila Baltazar González.
    Biblioteca provincial Artemisa Cuba

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