De cómo estirar una buena reseña.

Cuando mi G. leyó la última reseña que publiqué aquí sobre El vino del estío, de Ray Bradbury (De cómo se estira una buena lectura), el tema motivó una interesante conversación. Yo le pedí entonces que pusiera por escrito sus impresiones. Aquí se las compartimos.
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Una obra artística es de una riqueza inagotable. En ella encuentra uno siempre algo nuevo y la impresión de plenitud resulta tan grande que de ella nace el impulso de compartirla. Por eso el arte está fuera del torrente del tiempo y no es aplicable a él la noción de progreso. 

Bien lo sabe el que la crea. Cuando el creador se pone a trabajar el tiempo se detiene y toda su vida - pasada, presente y por venir - está condensada en el aquí y ahora, por eso lo que él da es la esencia más pura de su vida y la obra resulta para el que la sabe apreciar como un elixir vivificante que puede resolver cualquier problema por difícil que sea en un sólo instante. Es precisamente porque el que crea no lo hace con las manos, los ojos, la boca o las piernas sino con su propia vida, que la obra resulta no sólo invaluable, sino también impagable. 

Una obra artística es como un buen vino añejo que se degusta a sorbos, nunca en la soledad, sino en un agradable convite con los amigos, y nunca de una sola sentada. Si el vino es realmente bueno, se pide más, y suele haber siempre en la bodega más botellas o incluso barriles. 

Sin embargo, aquí la analogía del vino no da para más, porque en la obra están todas las botellas y barriles de vino del mundo, habidas y por haber. Lo que es más: están todos los viñedos de la tierra, y los bosques y arroyos que le aportan su aroma, y el mar y los cielos que inspiran al creador. Su obra artística es la destilación de la vida eterna y uno se pregunta por qué la  intemporal intensidad de la creación puede ser consumida en unos pocos días o incluso horas. 

La misma pregunta surge con respecto al creador: Platón, Shakespeare, Goethe, Proust, Bradbury... cómo la artística obra de sus propias vidas puede haberse apagado en un simple instante y a veces de manera tan prosaica. Ars longa, vita brevis. Que la obra artística sea invaluable e intemporal, no significa que el que la crea sea eterno o inmortal. 

Nacemos, nos educamos y vivimos en medio del consumo. Para que perdure la vida humana es imprescindible cuidar las artes y a los artistas, y el mismo reclamo resulta extensible a todas las manifestaciones de la vida espiritual y a sus respectivos creadores. Para que siga habiendo buen vino, hay que cuidar a la madre tierra. Nunca como hoy ha sido tan importante abandonar para siempre la actitud consumista ante la vida.  

Gustavo Pita Céspedes
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Comentarios

  1. Pelusa querida, tan interesante y sabroso el aporte de tu G, me imagino esto como si un buen cocinero que se esmera en preparar sus platillos más especiales, y llega un comensal y los devora sin saborearlos lentamente como queriendo descubrir cada uno de sus ingredientes.
    Mmmm cómo dan ganas de leer algo así :)
    Besos!

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    1. Miriam:

      Muchísimas gracias por su enriquecedor comentario.
      Lamentablemente está muy difundida la opinión de que las esferas de la cultura artística y espiritual son improductivas con respecto a la de la producción material. Sin embargo, si consideramos que el principal agente de la economía es precisamente la persona humana podemos darnos cuenta de que en realidad el tipo fundamental de producción es justamente la producción del ser humano como humano. Por suerte, por maravillosa compensación de todo lo que existe, el que crea con amor encuentra ya suficiente satisfacción en el mismo hecho de crear sin esperar a ningún resultado o compensación, pero ello no quita que sería excelente que los otros reconocieran su labor, sobre todo porque esto sería bueno para ellos mismos. Luego, por último, está el hecho de que para compensar una obra artística o espiritual por lo general basta con muy poco, un simple y sentido agradecimiento, un sencillo comentario es para el creador el mejor pago por lo que hace. En este sentido, las personas deberían aprovechar más la interactividad implícita en Internet y no limitarse a tener una actitud consumista ante la facilidad de acceso a la información que ofrece este novedoso soporte material.
      Una vez más, le agradezco mucho sus palabras.
      Gustavo Pita Céspedes

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    2. Gustavo, es un honor que se dirija a mí directamente :) muchas gracias!
      En mi opinión, todo arte, especialmente el de las letras, tiene implícita una retroalimentación muy enriquecedora. Esto siempre y cuando el escritor así lo quiera, ya que conocer el impacto que sus ideas tiene en sus lectores, le servirá para continuar difundiéndolas. No dudo que quienes escriben, lo hagan con el propósito de dejar plasmados sus pensamientos y como usted lo menciona, con eso encuentre una satisfacción completa.
      Gracias por compartirnos su talento :)
      Saludos!

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    3. En realidad, honor es el que me hace usted leyéndome. La atención es quizás el bien básico que un ser humano puede hacer a otro, y no porque presuponga el silencio y sus efectos sean a primera vista menos perceptibles, es por ello menos fundamental para la humanidad como género y esencia. La atención que un ser humano dirige a otro es el inicio de buenas e incluso grandes obras. Para poder pensar, es imprescindible que te atiendan, porque el pensamiento real, se entreteje en el espacio de la comunicación al menos entre dos personas, aunque lo único que una de las dos haga sea brindar a la otra su inestimable atención. Aunque el que escriba, lo haga aparentemente solo y sólo para sí, en la realidad el contenido de su texto es un diálogo con un "otro" - interlocutor o lector - posible. No en balde decía el filósofo Martín Buber que las palabras fundamentales (Die Grundworte) de toda lengua nunca son palabras aisladas, sino pares de palabras: Yo-Tú (Ich-Du) y Yo-Ello (Ich-Es), y que la palabra fundamental Yo-Tú podía ser pronunciada únicamente con la integridad del ser. De esta manera, no sólo nuestro pensamiento, sino incluso nuestro ser, tienen su premisa en el diálogo. Dicen que Descartes, llegó a una de sus principales ideas encerrado en una estufa apagada, y que en su profundo aislamiento descubrió que una de las ideas innatas del ser humano es la de Dios. Incluso cuando creemos estar solos, nunca lo estamos. Muchas gracias por compartir sus ideas. Con afecto, Gustavo.

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    4. Muchas gracias a Gustavo! Aprecio su atención y su disposición de compartir y enseñar!
      Dios siempre está conmigo ;)
      Saludos!

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