Los mil tonos de gris del alma humana.


Hay ciertos libros que nunca me he atrevido a leer. Libros, por ejemplo, que hablan de animales. El mundo de los animales es duro, difícil. Y un buen autor no puede menos que retratar lo bueno y lo malo de ese mundo si es que quiere hacer de su historia algo creíble. Colmillo blanco. Moby Dick. El retrato del sufrimiento animal. Eso lo temo. Lo temo tanto como al retrato del sufrimiento humano. 

¿Cómo lees, entonces?- se preguntarán los que saben que es raro encontrar un libro en el que no haya algún tipo de sufrimiento. Y tendrán razón. La literatura sería ciertamente aburrida si no hubiera tanta felicidad como sufrimiento encerrados entre sus páginas. De no ser así no habría caracteres creíbles, no existiría la posibilidad de identificarnos con ellos, de vivir sus situaciones como si fueran nuestras, de aprender de sus experiencias como si las hubiéramos vivido por nosotros mismos. 

¿Cómo leo, entonces? Evitando esos libros que retratan la peor etapa de la historia humana. Esa época en la que una vida no valía nada, incluso mucho menos que ahora. Esa etapa en la que la vejación de la dignidad era práctica diaria, incluso mucho más de lo que es ahora. No es que no quiera conocer esa edad del hombre más a fondo, es que me hiere tan profundamente que leerlos sería casi masoquismo. Charles Dickens. Honoré de Balzac. El retrato del sufrimiento humano. Mi alma se encoge sobre sí misma sólo de pensar en ellos.

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Ayer vi la historia de Oliver Twist en película. La historia del niño que logra escapar a la miseria. La historia de la degradación generalizada en la que (¡sólo con un maestro como Dickens!) no hay blanco o negro sino muchos tonos de gris más o menos oscuros, en la que los triunfos de la humanidad son tan escasos que sus tenues rayos no alcanzan a abrir un claro entre tanta grisura.

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Agradezco haber nacido en una época y en una sociedad que valoraba altamente al hombre.
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Comentarios

  1. Declaro que espías mis apuntes, Pelusilla. Palabra. Lo tomaré como un excelente augurio para 2013, de la mano de Félix Salten y Rudyard Kipling. ¡Besos!

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    1. Ojala pudiera expiarlos realmente, Ivanius! Esos apuntes deben valer un mundo!
      Tu 2013 suena muy pero que muy bien!
      Besos!

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  2. Disfrutar un libro es espectacular, con cada página se vive una historia. Sí, pienso como tú. Evito esos libros que sólo tienen sufrimiento.

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  3. No cabe duda que eres un alma sensible, vulnerable al dolor en cualquiera de sus manifestaciones, es muy difícil apartarse de él, que bueno que tú lo consigues.
    Besos!

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    1. Eso, Miriam, vulnerable es lo que soy... No siempre conviene ser asi, creeme!
      Besos!

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  4. Hola Elena, dices que la literatura sería muy aburrida si en sus páginas no hubiese tanto felicidad como sufrimiento. pienso lo mismo, supongo que lo que la hace muy interesante es en gran parte esa capacidad de reflejar la realidad que vivimos, nos identificamos con todo cuanto leemos. Pero me quedo pensando si acaso esa idea de la necesidad de los contrarios: sufrimiento y amor en la literatura para que sea interesante podrá ser aplicada a la realidad misma que vivimos. ¿Si no existieran esos contrarios en nuestras vidas serían realmente interesantes? ¿Podríamos realmente valorar el ser felices sin haber experimentado el sufrimiento? ¿Acaso son un complemento que a la vez hace la vida tan particular y hermosa?

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    1. Mi respuesta es SI, a todas tus preguntas, Juan. De otro modo creo que todo seria demasiado plano.
      No creo en el sufrimiento por si mismo, sino que lo veo como la sombra que hace mas brillante la luz. Creo ademas que los periodos de sufrimiento son periodos de aprendizaje y eso, siempre, lleva a la luz y la felicidad.
      Abrazo!

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