Réquiem por Penélope.

Penélope y su última obra.

Penélope, la araña que se mudó hace unos días a mi ventana, apareció ayer en la mañana colgando de uno de sus hilos, inerte. A su lado, su última tela recién tejida con la perfección a la que nos tenía acostumbrados. No sé qué le pasó. En Internet no hay prácticamente información sobre la causa de la muerte de estas arañas. Supongo que no resistió el frío de la madrugada. 

Aprendí mucho con su corta estancia por aquí, sobre ella y sobre mí. Tuve tiempo de estudiarla, y hasta de descubrir que se puede llegar a sentir afecto por un animal tan pequeño, tan diferente, que vive en una dimensión ajena a la humana y que probablemente nunca se llegó a enterar de nuestra presencia cerca de ella. 

Penélope, ya sin vida.
Sí, se puede llegar a sentir afecto por una araña, y pena. Me dio pena que se muriera así, de repente, sin que hubiera tenido tiempo de usar aquella última y magnífica tela. Me dio pena no haber podido hacer nada más por ella que dejarla vivir tranquilamente en mi ventana. Me dio pena comprobar una vez más que la vida de los animales en la naturaleza puede ser muy dura.

Cuando por fin me decidí a quitar su última obra, que resultó ser increíblemente fuerte, descubrí que en una esquinita había una tela diferente, más pequeña y hecha un poco sin gracia. No era más que unos pocos hilos atados aquí y allá, que aun sostenían a otra araña. Esta era igual a Penélope pero mucho más chica, y también estaba muerta. Era el macho, la pareja de nuestra araña que, como Odiseo, de alguna manera logró encontrar su camino hasta Ítaca. Y me sentí feliz, por Penélope, por su amado Odiseo y por la naturaleza, que tiene miles de caminos para conseguir sus objetivos. 

La vida, en cualquiera de sus formas, es maravillosa.

No más espero que dentro de unos meses no tenga en la ventana a Telémaco liderando toda una comunidad formada por los hijos de esta triste pareja.

La Pelusa y Penélope
(Tinta y lápices acuarelables)


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Comentarios

  1. Sobre cuánto se puede llegar a apreciar y admirar a una araña, nada como leer los capítulos finales de "Reportaje al pie de la horca", de Julius Fucik, cuando habla de una araña pequeña que comparte su celda.

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    1. Jimeneydas, gracias por la recomendacion!
      Por cierto, ¿recuerdas como "El vagabundo de las estrellas" jugaba con las moscas en su celda? ¡Genial!
      Saludos!

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    2. Uy, ése lo leí hace más de treinta años :( Lo anoto en la lista de relecturas.

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  2. Qué pena... Bonita historia la de Penélope y un dibujo precioso.

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  3. Lo bueno de la existencia de Penélope es que su paso por la vida, corto o largo, dejó huella, enseñanza y admiradora :), ¿cuántos más pasan sin pena ni gloria? ¡bien por ti y por ella!
    Besos!

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