De lecturas.

Me acabo de dar cuenta de que hace mucho tiempo, cuatro meses ya, que no les cuento de mis lecturas. Déjenme aclararles, primero, que por este lado del mundo se sigue leyendo y disfrutando plenamente cada página que cae en mis manos o que encuentro en el ordenador, aunque –lo confieso- no con el apetito desmesurado con que comencé el año. Resulta que pronto descubrí que a ese ritmo sería más lo que olvidaría pasado el tiempo que lo que recordaría de tantas buenas obras, así que disminuí el ritmo y, con tal de leer a conciencia, si no llego a los 50 libros al año… ¡poco importa! Pero bueno, a lo que iba, mis lecturas.

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Después de haber leído aquellos cuentos oscuros de Hoffman (que les comenté aquí junto a otros libros), me quedé con un casi insano interés por las leyendas misteriosas tan propias del romanticismo y, viviendo en España, ¿a quién mejor acudir que al famoso Bécquer? Pues sí, me fui a la biblioteca y encontré un libro con muchas de sus leyendas y pocas de sus rimas. Haciendo uso conciente de aquel derecho del lector que me permite saltarme lo que quiera en un libro, olímpicamente me salté esas primeras páginas rimadas que desde mi adolescencia y aun hoy me siguen pareciendo ligeritas, y me concentré en las leyendas que, por el contrario, hallé interesantes, escalofriantes y muy bien contadas. No puedo hacerles ahora una reseña detallada de lo que experimenté con esta lectura, puesto que ya ha pasado algo de tiempo desde que la terminé, pero sí puedo decirles muy someramente que al mirar atrás sé que no fue tiempo perdido.

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Siguiendo en esta línea, cuando devolví el libro de Bécquer en la biblioteca, pedí los Cuentos de la Alhambra de Washington Irving. Este, como el de Bécquer, fueron lecturas recomendadas por mi G. y debo admitir que a ambos me lancé con cierto recelo. Ambos títulos me traían remembranzas de la niñez y la adolescencia, y sé que cuando esta vez cayeron en mis manos no tenía yo el cuerpo para “infantilismos”. En suma, que temía aburrirme sobre todo con lo que pensaba serían cuentos de hermosas princesas moras y valientes caballeros españoles. Y sí, hubo de estos cuentos también, pero el libro de Irving resultó ser sobre todo un diario bastante detallado y apasionante de un viajero enamorado de la tierra que holla por primera vez. Pensaba encontrar historias fantásticas desde el principio, pero tardé tanto en llegar a la primera leyenda que para ese entonces ya estaba yo deseando visitar toda esa zona de Sevilla y Granada y, lo que es más, hacerlo a lomos de caballo como Irving, parando a resguardarme del calor del mediodía bajo un frondoso árbol, compartiendo mi merienda con algún labrador que encontrara en el camino, y pernoctando en cualquier pequeña fonda. Las historias fantásticas, pues, no hicieron más que añadirle encanto y un toque de misterio a la zona descrita por el autor, si acaso eso es posible. Lectura recomendable, sin dudas, sobre todo para aquellos que aman viajar tanto como nosotros.

He leído más aun. He leído El fin de la infancia, de Arthur C. Clarke que puedo resumir como un libro bien pensado, con frases inolvidables y un final demasiado catastrofista para mi gusto. He leído también dos cuentos de Pushkin, de esos cuentos que yo llamo ‘joyas redondas’: "La hija del capitán” y “La nevasca”, que me supieron como un pequeño y delicioso entrante que no hace más que abrir el apetito para una opípara comida. He leído además, porque cuatro meses dan para mucho, varios otros libros relacionados con la pintura y el dibujo para educar mi recién encontrada pasión, pero estos no creo que sean de su interés y, en todo caso, pueden ver los títulos en mi página de lecturas y preguntar si les apetece.

Así que aquí termina mi reseña de lecturas por ahora, y los dejo con una foto de los ejemplares que tengo ya en cola para leer y que espero poder reseñarles cuando los vaya terminando:




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Comentarios

  1. Caray Pelusa admiro tu dedicación para leer te felicito de verdad.

    Que mono tu patito ¿cómo se llama?

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  2. Mi Malque: Mas que dedicacion, es un placer y hasta un vicio esto de la lectura...
    Mi patito se llama Pelusa, como yo. De hecho, cuando este blog empezo y yo aun no mostraba mi foto, el que sacaba la cara por mi era este patito. Lindo, verdad?
    Besos!

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  3. Veo en la fotografía que se vienen tiempos interesantes de lectura, Pelusilla ;o) Coincido con G y contigo en que darle una nueva vuelta a lecturas de infancia suele traer sorpresas, ¡bienvenidas! Yo me estoy escabechando todo Murakami y estoy muy feliz (a 4 de terminar), un beso grande para ambos por allá.

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  4. Paloma: Aqui en la biblio hay algo de Murakami, pero yo no mas no me decido... Hay tanto bueno en el mismo estante! Desde Mishima hasta Kenzaburo... Murakami se me hace por ahora innecesario.
    Besos!

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