Fábula de Puck, vendedor ambulante.

Es miercoles. Es dia de compartirles algo de lo que leo para que ustedes tambien lo disfruten. Hoy les traigo una fabula de esas que erizan la piel.
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Fábula de Puck, vendedor ambulante.
(Félix Pita Rodríguez)

Vengo del país de los mirlos, y me llaman Puck. Tengo un ojo de vidrio pero nadie lo sabe. Con él miro las cosas tristes, y no lloro, porque los ojos de vidrio tienen esta rara propiedad. ¡A ver quién viene a comprarme mis tesoros sin precio! ¡Traigo todo lo que puede venderse, y traigo cosas que nadie se atrevió a vender jamás! ¡Me llaman Puck y soy alegre como la sal en la sopa y el azúcar en el chocolate! ¡Traigo cintas de todos colores, botones de cristal, telas de seda, que de finas no se ven; sueños de soldados galantes y apuestos para llenar las noches vacías de las niñas que comienzan a ser mujeres; sonrisas para las bocas de las viudas jóvenes; camafeos encantados; filtros de amor! ¿Quién se atreverá a dejar pasar a Puck con sus tesoros?
¡Me llaman Puck, y mi vida es como una mañana de domingo, tan larga como los caminos que van al cielo! Mis anillos de boda redondean la felicidad. ¡Cintas de todos colores; polvos de arroz con aroma de jazmín; ungüentos, cordiales, bálsamos! ¡Puck regala a las niñas que le compran la voz de los astros que gobiernan los secretos del amor!
¡Aquí esta Puck con su mirlo, su acordeón y sus riquezas! ¡Tararí, tararííííí!...
La calle, la mañana y el alma jovial de las casas encaladas de blanco, de azul, de ocre, se han llenado de Puck y su pregón. Tiene resonancias inexplicables el trozo de balada que va reconstruyendo el mirlo, en el agua de la fuente, el sol que desnuda justamente la mitad de la calle, y la algazara de un niño que corre persiguiendo a un gato alocado.
Puck monta su tenderete en la plaza, sin interrumpir su pregón. Burlonamente se ha puesto un clavel detrás de la oreja, para tirarlo mas tarde a la primera muchacha que pase y le sonría. Puck canta ahora, con palabras de otras tierras, una canción que no tiene sentido y que solo el mirlo se atreve a repetir. Las niñas se le acercan con un revuelo tímido de alondras curiosas, y Puck canta para ellas el romance de un pueblo de duendes que nunca fue a la guerra y que tenía siete grandes ciudades, todas en fila, dentro de una caña de bambú. Los ojos de las niñas son ahora de esmalte húmedo, por el anhelo y la sorpresa. El mirlo se ríe por todas sus plumas, y Puck le tira una palabra gorda, espesa, áspera, que nadie comprende, pero que todos saben es una blasfemia, porque el mirlo se calla y mira para otro lado, avergonzado.
Nadie en el pueblo sabe de dónde viene Puck cuando llega, siempre en el mes de mayo. Nadie sabe dónde nació, ni si tiene hermanos, o una casa, o hijos; ni si se le murió nunca nadie, porque él responde siempre con palabras tan ligeras, tan enigmáticas, que al mismo tiempo que no sirven para construir nada, sirven también para que todos construyan mil imágenes distintas de Puck. Así, los hombres en la taberna hablan de que tiene dinero ahorrado en otra tierra, y hasta un almacén. ¡Un almacén!... Y los que escuchan al que aventura esta suposición dicen: "¡Ah!... ¡Oh!..." Y se ponen enseguida a imaginar un gran caserón lleno de cajas repletas de cintas, botones, perfumes, telas y otras cajas mas pequeñas, que no aciertan a decirse claramente qué guardan. Y las mujeres piensan si Puck tendrá hijos, y cómo serán; y los niños se cuentan entre ellos que sí, que Puck tiene un padre y una madre, como cualquiera, pero que no son iguales a los de ellos, porque son así... ¿Cómo? De otra manera... Y a las muchachas se les ocurre comentar si Puck tendrá novia, y se forjan una novia de Puck vestida de seda , con infinidad de cintas, y con miles de botones de cristal por todo el vestido, y muy perfumado, y con la cara parecida a ... ¿quién? Y aquí ya no aciertan a responderse, y se marchan riendo, preocupadas, diciéndose que sí, que le han de preguntar a Puck cuando vuelva. Cuando vuelve Puck le preguntan:
-¿Tienes novia, Puck? ¿Cómo es? ¿A cuál de nosotras se parece?
Y Puck se ríe, y se ríe el mirlo, y ellas también se ríen. Hay un momento en que, sin saberlo, se ríen también la calle, las casas y hasta los grandes castaños que tienden su sombra sobre la hierba para que Puck monte su tenderete.
-¡Adivina adivinanza! Mi novia se parece a todas vosotras, pero no puedo decir a cuál se parece más.
Y Puck hace un guiño con su ojo de vidrio, ese ojo que sonríe siempre, como si se creyese un ojo de verdad.
Puck viste de verde, lleva sombrero alón con una pluma de muchos colores, con la que barre la hierba de la plaza cada vez que pasa una muchacha y él, gentil, le hace reverencias; y fuma continuamente una pipa muy grande, de la que sale el humo por la cabeza amarillenta de un tigre. Años hay en que se le ve arrastrar un poco la pierna izquierda, y entonces el mismo mirlo está tristón, cohibido, como si fuese él quien arrastrase una pata y le doliese y esto le pusiese de mal humor; y hay otros años en que Puck se mueve ligero, con gracia de planta flexible, y entonces dijérase que, tanto él como el mirlo, han olvidado piernas y patitas y se mueven solo con las alas, un poco en el aire, suspendidos, como sin darse cuenta.
A todo el mundo, en el pueblo, le ha ocurrido infinitas veces preguntar: "¿Qué edad tiene Fulano?" Pero a nadie se le ha ocurrido nunca preguntar por la de Puck. Porque la edad de Puck no se pregunta, ni se supone, ni se dice. La edad de Puck es la edad de Puck, y nada más. Y esto es como si no tuviese ninguna; como si estuviese hecho fuera de los días, y los meses, y los años, resbalando dulcemente por una eternidad de pregones y gentiles bribonadas. Solo una vez ocurriósele a un niño preguntar a otro: "¿Crees tu que Puck fue niño alguna vez?" Pero fue tal la confusión que edificaron sus dos fantasías, que, temerosos, decidieron al fin que no, que no sabían, que tal vez; y echaron a rodar con sus aros las suposiciones, y Puck quedó incólume, como siempre: Puck y nada más.
Así era Puck, y así es en la memoria del pueblo.
Porque ya hace cuatro años que no viene Puck con el gentil mes de mayo, y todos siguen hablando de él, como si acabara de estar allí. Y se dicen: "¿Recuerdas lo que dijo Puck cuando estuvo aquí por mayo?" Y ya no dicen mas, como si Puck fuera mayo y mayo fuera Puck y todos los mayos de todos los años, ya para siempre, trajeran a Puck entre sus flores; semejante a las mariposas, que vienen también en ese mes, y todos dicen: "¡Vaya, ya están aquí las mariposas!", pero a nadie se le ocurre pensar que son otras, distintas de aquellas que estuvieron allí otras veces.
Y así, despacito, con su música, es como vive Puck su eternidad. 

Félix Pita Rodríguez (Cuba, 1909-1990)
De la selección "Cuentos dispersos. 1929-1935"
en su libro Prosa. (Ed. Pueblo y Educación, 1989, Cuba)

Comentarios

  1. Se me ocurre que esta fábula está basada en Sueño de una Noche de Verano de Shakespeare.

    Me gusta que las mariposas que hoy vemos iguales sean en realidad diferentes, otras, nunca repetidas... nuestros ojos pobres no lo notan.

    Beso

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