Entre la concha y el cráneo


Vendas en vez de armadura
Lleva el caballero extraño,
Y en lo que la vida dura
Va rellenando la holgura
Entre la concha y el cráneo.

Concha que al límite es cráneo,
Cráneo que al límite es concha,
Y un corazón oscilando.
-concha / cráneo, cráneo/ concha-
En su vaivén espontáneo
Si un mal credo no lo troncha.

Vida fugaz, huidiza
Cual la niebla matutina.
Depósito de ceniza
Es el cráneo, cual la concha,
Al pie de la guillotina.
Gustavo Pita Céspedes

Publicado en el catálogo de la muestra personal “El Dolor Es La Vida”,
del artista plástico Ernesto Benítez.
Galería Luz y Oficios. Mayo-Junio del 2000
Imagen tomada del sitio oficial del artista: ErnestoBenítez.com

Reflexiones motivadas por los comentarios de Marichuy y Karlyle.

Francis Bacon nos dice que la poesía es como el sueño de una ciencia.
Y un artista ofrece siempre sueños que anticipan, para el individuo y para la sociedad, una nueva manera de comprender el mundo, una comprensión que la filosofía y la ciencia pueden y tienen que rescatar sólo a posteriori.
Por lo demás, el tránsito de la imagen al concepto y de este nuevamente a la imagen no es lineal ni continuo y entre ellos media siempre un vacío creador de olvido e incertidumbre...
Con esta obra el artista Ernesto Benítez nos brinda, en una sugerente metáfora la yuxtaposición de varias imágenes sin relación aparente, que la fuerza de su imaginación creadora logra fundir en una sola.
Esta pieza fue la que, en su momento, más me impresionó de su exposición y me dio una clave o un código para crear mi propia lectura personal y, paralelamente, releer la historia de mis propias vivencias y experiencias como ser viviente y como persona humana.
Cuando la vi, de inmediato me sentí motivado a tratar de penetrar en el intervalo infinitesimal entre la concha y el cráneo, acomodarme con las "extremidades de mi intuición" dentro de esa pequeña holgura inicial y desplegarlo poco a poco como en una especie de nueva dimensión cada vez más amplia. Como por “morphing de imágenes”, la concha fue sufriendo frente a los ojos de mi entendimiento infinitas metamorfosis hasta llegar adoptar la forma del cráneo, y ante mí se abrió un nuevo universo con su alfa y su omega propios.
Toda la epopeya entre la concha y el cráneo se me reveló, finalmente, como la de la forma. La de la estructura “dura” que limita, resguarda y encauza el desarrollo de lo blando, lo fluído y lo flexible, en toda una gama o serie de “andamiajes”, dotados ellos mismos de diversos grados de flexibilidad.
Esta fugaz visión dinámica me hizo recordar un episodio de mi juventud temprana.
En una de las primeras cartas que envié a mi maestro García Galló desde Rusia le contaba de mis temores e inseguridades. A las tribulaciones propias de una juventud todavía impregnada de adolescencia, se agregaban las de la lejanía y la inclemencia de un paisaje y un entorno que eran muy distintos a los de Cuba. Galló como filósofo, tenía el don de penetrar entre “los pliegues” de las cosas y de entrever sus estructuras. En las situaciones más sencillas de la vida cotidiana sabía descubrir formas, fórmulas y leyes. Es que no sólo los objetos singulares y las cosas, sino también el propio universo tiene su figura distintiva entre otros posibles y el filósofo no hace otra cosa que darte una nueva pauta de comprensión de lo que existe, a la manera de los primeros sabios que sabían leer la música del cosmos sobre la partitura de los más diversos elementos... La comprensión es la mejor cura contra el miedo y cualquier fantasma se desvanece sobre la definición de una forma concreta. El temor es el sentimiento indefinible de lo indefinido. Galló al darme un marco de comprensión, espantó a mis furias. “Lo que te sucede – me escribía – es lo que el psicólogo Aníbal Ponce llamaba una “crisis de crecimiento. Estás como a punto de empezar la batalla y te sientes débil como un molusco que ha roto su vieja carapazón y se siente indefenso hasta que adquiere una nueva forma.”
El ser humano tiene en el esqueleto una forma natural interna que le sostiene desde dentro, una derivación biológica y evolutiva de la forma cósmica que esbozan las leyes de la física. Pero el ser humano tiene también, como los moluscos, una “carapazón” o forma externa que le sirve en su interacción con el medio y que es su cultura. El grado de dureza o flexibilidad de esa estructura define diversas formas de comportamiento humano: la autoprotección o autodefensa, la simple adaptación, la ofensa o la interacción creativa.
Por raro que parezca, la concha, la armadura, la venda, la espada e, incluso, la personalidad no son más que diferentes jalones en la historia universal de las carapazones.
Gustavo Pita Céspedes

Comentarios

  1. Si que es extraño este caballero; quizá la seguridad que le da saberse ya a salvo de mayores males, lo lleva a protegerse apenas con vendas en lugar de armaduras.

    Un poema perturbador y muy interesante, Señor Pita C.

    Saludos

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  2. Aló Pelusa!

    Paso a saludarte! No había tenido tiempo de hacerlo ultimamente...
    Me gustó el poema, un poco oscuro en realidad por aludir a la muerte antes de llegar a través de la guillotina...

    Concha-cráneo... No lo había pensado en su similitud... ¿tendrá que ver con la materia?

    Saludos!!!

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  3. Gustavo

    Muy interesantes sus reflexiones; me quedan algunas de manera especial.

    La definición de Bacon sobre la poesía: "es como el sueño de una ciencia". Me parece genial y me recuerda a algo, menos depurado, que dijo alguna vez José Vasconcelos: "el sueño antecede a la creación." Todo descubrimiento científico, antes de serlo fue sólo un sueño, aunque quizá no tan poético.

    “La comprensión es la mejor cura contra el miedo y cualquier fantasma se desvanece sobre la definición de una forma concreta”

    Tan cierto como que la ignorancia es la madre de tantos miedos y errores de la humanidad. Pero qué difícil resulta a veces comprender.

    “la autoprotección o autodefensa, la simple adaptación, la ofensa o la interacción creativa”

    Aquí es donde se requiera aplicar la comprensión. Quizá por miedo, por ignorancia o por inseguridad, pero en ocasiones tendemos a exagerar en nuestra autoprotección y autodefensa, cerrándonos hacia la interacción creativa.

    Le agradezco estas interesantes reflexiones
    Saludos

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