Del trabajo de la memoria y los delfines.

Proyecto 365, dia 212


Me resulta interesante comprobar qué recuerdos decide guardar mi mente y en qué forma. Ya me ha pasado dos veces aquí en el blog que comento algo tomado de lo que recuerdo y luego resulta que cuando encuentro el dato es completamente distinto.
La primera vez sucedió cuando les hablé del artículo “La corrida de toros” de José Martí. Mi recuerdo –y así lo comenté aquí- se limitaba a la imagen de una plaza de toros roja, con la arena roja de sangre, con las mujeres alegres vestidas de rojo sangre…, pero cuando finalmente lo encontré y lo leí era diferente del todo. No deja de ser interesante que la lectura de aquel texto me haya dejado un recuerdo en forma de imagen, y no solo eso, sino que haya sido esa precisamente la imagen que haya quedado en mí. Ha resultado una forma muy peculiar de ver el trabajo de grabación y edición que realiza nuestro cerebro a partir de las impresiones que recibimos.
La segunda vez sucedió recién ayer, hablándoles de aquella teoría evolucionista que tiene que ver con los delfines. La verdad es que yo poco había escuchado de ella, pero no deja de sorprenderme que haya decidido guardar un recuerdo mas bien romántico e imaginativo en comparación con la idea básica de la teoría que ubica a los delfines más en el papel de nuestros hermanos que de nuestros antecesores. Ayer, luego de escribir en el blog, estuvimos buscando y por fin encontramos la historia original de la que les copio aquí unos fragmentos de dos artículos traducidos del ruso por G.

El profesor suizo, Adolf Portmann (1897-1982), zoólogo de la Universidad de Basel, investigaba las capacidades intelectuales de los animales y esclareció que según los resultados de sus pruebas el primer lugar lo ocupó el hombre con 215 puntos, el segundo el delfín con 190 y el tercero, el elefante. El mono ocupó sólo el cuarto lugar. Cuando los científicos compararon el cerebro del hombre y del delfín, resultó que el cerebro humano pesa como promedio aprox. 1,4 Kg., mientras que el cerebro del delfín tiende a los 1,7 Kg., además su corteza cerebral tiene el doble de circunvoluciones. ¿No es esto acaso lo que explica la asombrosa capacidad de comprensión y la increíble rapidez del pensamiento del delfín? Es capaz de asimilar un volumen de conocimientos 1,5 veces más grande que el que podemos asimilar nosotros. Además, los delfines tienen su propio lenguaje hablado con ayuda del cual pueden comunicarse los unos con los otros y transmitirse la información necesaria.
(Su lenguaje y la comunicación entre ellos no es solo una transmisión de señales sino una conversación directa. Utilizan varios modos de transmisión de la información y lo mas frecuente es que se comuniquen con gestos y sonidos. Con ayuda de los movimientos, los delfines intercambian señales visuales moviendo la cola y todo el cuerpo, pero el lenguaje de los movimientos corporales se utiliza solo en el caso de que sea necesario transmitir cierto tipo de información. Fundamentalmente se comunican con sonidos. Con frecuencia silban, pero también tienen otras señales como, digamos, maullidos y chasquidos. Tienen muchas variedades de silbidos, cada una de ellas puede expresar toda una “oración-sensación”, por ejemplo, de dolor.
Los investigadores han decidido unánimemente que el habla de los delfines se puede poner en una misma línea con el lenguaje del hombre. En nuestros días ya se han grabado casi 200 señales, pero no ha sido posible traducir completamente su habla. Existe incluso la opinión de que estos animales ocultan concientemente su vocabulario y su razón del hombre aunque se desconoce por qué motivo lo hacen.
El descubrimiento más sensacional ha sido el de la presencia en los delfines de nombres por los que los distinguen sus hermanos. Cada pequeño delfín recibe su nombre al nacer. Esto lo han demostrado los experimentos. A un sonido-señal grabado previamente que significaba un nombre respondía únicamente el mismo delfín.
Para encontrar el sentido en el silbido de estos animales, los científicos usaron métodos que se usan habitualmente en la técnica de las comunicaciones. La base de estos métodos son procedimientos matemáticos que permiten analizar cualquier secuencia de símbolos así sea una serie de cifras o de letras. Ante todo era necesario comprender que se estaba tratando con señales que realmente portaban información y no con simples sonidos casuales. En un texto con sentido no puede haber varios signos idénticos sucesivos, sino que los signos se encuentran en el texto con cierta periodicidad. Pues bien, el silbido de los delfines tiene el mismo coeficiente de periodicidad que los lenguajes humanos, es decir, es portador de información. La habladuría de los monos resultó ser mucho más primitiva. Quiere decir que, según la conclusión de los científicos, los delfines se encuentran más cerca de nosotros por su intelecto. Ahora solo falta entender qué es lo que quieren decirnos estos “silbadores”.)

¿Para qué el delfín necesitó un cerebro tan grande y complejo? Claro que no fue solo para comer, nadar con agilidad o reproducirse. Este problema ha interesado a los científicos y han tratado de establecer quién fue el antecesor del delfín. Elementos residuales en el esqueleto de estos animales confirman que los delfines provienen de ciertos mamíferos cuadrúpedos terrestres. Los análisis de sangre han permitido presuponer que los cetáceos a los que pertenecen los delfines y los ungulados (animales mamíferos placentarios que se apoyan y caminan con el extremo de los dedos que están revestidos de una pezuña como los caballos, los cerdos o las cabras…) son parientes.
Pero ¿qué fue lo que obligó al retatarabuelo del delfín a cambiar hace 65 millones de años su existencia terrestre por la acuática y quién fue ese ancestro propiamente? Se puede presuponer que todo el problema estuvo en ciertos cataclismos cósmicos que afectaron a la tierra y que obligaron a los animales a buscar la salvación en el agua pues precisamente 65 millones de años atrás de la tierra desaparecieron repentinamente los dinosaurios. Por último, ¿qué era la tierra firme en ese periodo? Eran diminutas islitas en medio de la extensión ilimitada del océano. Puede haber sucedido que en estos pequeños pedazos de tierra firme a alguien no le haya alcanzado el espacio. ¿Quién sabe? Puede que el antecesor del hombre y del delfín fuera un mismo ser que, tras levantar un palo de la tierra, realizó el camino grandioso de la evolución terrestre y se hizo hombre y que, regresando al mar, se convirtió en delfín. Si esto fue así o no, no se puede decir con precisión, sin embargo, lo que si esta perfectamente claro es que si el hombre es la cima de la creación en la tierra, el delfín es el rey de las extensiones marítimas.

El articulo principal fue publicado el 2 de diciembre de 2007 en el sitio web la red social urbana de la ciudad de Tomsk (http://gorod.tomsk.ru) y la nota en cursiva sobre el lenguaje de los delfines fue publicado el 27 de marzo de 2009 en el sitio www.ruletz-t.info

Comentarios

  1. Pues verás... me quedé pensando en que tal vez me resulte más interesante ser pariente de los delfines y los cerdos que de algunos monos y otros mamíferos.

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  2. Fijate si son inteligentes los delfines, que decidieron quedarse en el agua, no hablar y mantenerse alejados de los humanos!!! A eso llamo yo, GENIALIDAD!
    Jejejeje.
    Besos.

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  3. Pelusita

    La memoria es caprichosa y selectiva. Los cerdos son también buenos animales (hablo de los chanchitos, no de los gobernantes y políticos cerdos).

    Te dejo un cachito de ese divino poeta JL Borges

    “Qué no daría yo por la memoria (la tuve y la he perdido)
    de una tela de oro de Turner,
    vasta como la música.
    Qué no daría yo por la memoria
    de haber oído a Sócrates
    que, en la tarde la cicuta,
    examinó serenamente el problema de la inmortalidad,
    alternando los mitos y las razones
    mientras la muerte azul iba subiendo
    desde los pies ya fríos”


    Un beso

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  4. Hasta en eso demostraron los delfines ser listos, mantenerse lejos de los humanos es más benefico que nocivo, y de ese modo resultan animales tan nobles que cooperan con nosotros al momento de nuestra rehabilitación o simple convivencia con ellos.

    Saludos y como siempre un gusto leerte

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  5. Interesante lo de los delfines pero en especial, por aquello de que nomás por la cantidad de diferencias compartidas, no podemos provenir de la misma única línea. El juego es un poco más complejo que eso, y si bien somos parientes, también lo somos del plátano aunque a nadie le parezca (es algo que me encanta hacer en clase así que aquí voy): ¿qué porcentaje de parecido tenemos cualquiera de nosotros con un plátano? Puedo hasta dar premio por ello... muchos besos después del jaleo que he armado, jeje.

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