Reflexiones sobre las ciudades

(Escribí estos dos textos a propósito del primer encuentro del taller Zunzún-Dónguri, celebrado en Trinidad, Cuba, en el año 2002 por iniciativa de la pintora japonesa Owaki Chizuko y con la participación de profesores de la Facultad de Artes Plásticas del ISA.)

La Filosofía y La Habana

La Filosofía y La Habana. ¿Qué relación puede haber entre ellas? Como habanero y como hombre uno siempre se ha sentido tentado a indagar en este tema que no es otro, por cierto, que el de la relación entre el alma y el espacio y el del lugar del espíritu. Pero parece ser un hecho que el espíritu no tiene otra ubicación espacial que la del topos o sitio - sedes animae - en el que el hombre piensa. (1) Así, la relación primera entre la Filosofía y La Habana la establece, por lo visto, el hombre pensante, esos hombres que incluso en La Habana han pensado pese a su largo verano y su corta historia. Hay en esta ciudad diversos espacios que sirvieron de sede al pensamiento, aunque ya hoy no los conozcan más que los habaneros que piensan...
Y como habanero uno vuelve a preguntarse cómo puede haber escogido el pensamiento semejante horno para establecerse, y recuerda que ya antes Descartes había tenido la extravagancia de encerrarse en una estufa (poêle) para pensar, aunque es verdad que lo hizo a inicios de un invierno y en una estufa alemana "a medio encender" o quizás del todo apagada. (2)
Si no el clima, ¿cuál de los componentes geográficos de nuestra ciudad puede haber estimulado el pensamiento filosófico?
Y en este punto, uno llega de manera natural al segundo aspecto de la relación entre la filosofía y La Habana, porque toda ciudad tiene como ente su propia filosofía implícita y su propia intencionalidad arquitectónica, y en el caso de La Habana esta es evidentemente el mar. Hay ciudades que han crecido y viven ignorando, o acaso olvidando, el mar. Uno recuerda la maravillosa Barcelona, tan centrada en sí misma. Hay que llegar al Montjuic o a la cruz del Parque Guell, para reparar en el elemento móvil que nos tiene que recordar el dedo de Colón, retirado como un anacoreta a la cima de una columna inalcanzable, de espaldas al movimiento y la veleidad de las Ramblas. Allí, Santa María del Mar ha dejado de ser la asequible playa de arena que todo habanero disfruta y añora, para convertirse en la hermosa iglesia gótica, que – cuentan – visitó el audaz almirante antes de lanzarse a su aventura transoceánica y que se halla ubicada muy cerca de la Barceloneta. A propósito, ¿no es esta la playa en la que según Cervantes fue derrotado el Quijote por el Caballero de la Blanca Luna? Y uno recuerda que, en efecto, sus andanzas terminan en Barcelona, ciudad acaso demasiado carnal y terrena, como para ver el cielo reflejado en las aguas, y se asombra de la parquedad con que describe Don Miguel el primer encuentro de sus personajes con el mar que "parecióles - dice - espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera, que en La Mancha habían visto" (3). ¡Que me perdonen el Manco de Lepanto y el Ingenioso Hidalgo, pero como habanero no puedo entender que al mar se le compare con una laguna manchega!...
Pero La Habana, en cambio, es una ciudad vuelta al mar. Se mete uno en sus calles y se siente como asfixiado hasta que no percibe con alivio el azul elemento. Y uno se da cuenta de que el mar es en el fondo el propósito real de todo paseo, el fin último de toda visita, el criterio definitivo de toda mudada, el escenario ideal de toda siesta. (4) En La Habana, busque uno lo que busque, está siempre buscando el mar. Novias, amigos, mandados, libros o películas no son más que un pretexto para que la vista encuentre por fin descanso en las aguas, el olfato disfrute del aroma marítimo o la piel se ruborice con el sensual abrazo de las olas. Para el habanero, que come chicharrones de puerco en las arenas de sus playas, el mar no ha existido nunca en su sentido utilitario, sino más bien contemplativo-sensual.
Pero es que, por otra parte, si uno quisiera describir el movimiento de su propia ciudad, tendría que decir que también La Habana se ha movido del mar al mar: del mar a su centro, de este a Mira-mar y, de nuevo, a Ala-mar..., es decir, que la ciudad - La bella Habana - se ha movido como siguiendo a su hombre.
Y reflexionando sobre la intencionalidad urbana, uno como hombre y habanero vuelve por tercera vez a preguntarse sobre la ubicación del pensamiento y sobre cómo puede haber influido esta en las formas o patrones del pensar, y se cuestiona si acaso no tiene el propio pensamiento habanero algún rasgo, por así decirlo, marítimo... Y como en una visión viene a la mente la imagen de cuando el mar en la Cortina de Valdés tocaba casi la misma puerta del Seminario de San Carlos y la imaginación nos muestra una escena en la que el mar deja depositados en la orilla manuscritos que ha venido arrastrando desde muy lejos: Aristóteles, Bacon, Descartes, Hegel, Comte, Marx, Husserl, Heidegger... En sucesivas marejadas han llegado las ideas a nuestras costas y nuestros pensadores han tenido que beber con el pensamiento lo que el mar ha venido trayendo. Más que ecléctica, la filosofía en La Habana ha sido náutica. Y es una suerte que así haya sido, porque en definitiva tuyo es lo que ha podido sobrevivir a un naufragio. El mar ha sido siempre para el habanero el filtro último, el criterio final de lo que dura y, pese a todo, sigue a flote. Así la llamada electividad de la filosofía habanera es una electividad marítima... Filosofía insular elegida por las olas... Relajada filosofía del mar que "afloja o relaja las ataduras de las cosas" (5), y en la que la burla y el choteo ocupan con frecuencia el gris espacio de la duda..
Al llegar a este punto y por alguna razón íntima de cubano y habanero, al pensar en la relación de la Filosofía y La Habana no puedo dejar de recordar a Martí. Y registrando en los símbolos de mi inconsciente descubro que Martí, hombre y habanero él mismo, escoge también el mar como escenario de sus más conocidos versos:


Pero está con estos modos
Tan serios, muy triste el mar:
¡Lo alegre es allá, al doblar,
En la barranca de todos!

Dicen que suenan las olas
Mejor allá en la barranca,
Y que la arena es muy blanca
Donde están las niñas solas.


Y es que es imposible pensar, por último, en la filosofía en La Habana sin pensar en Martí, ese habanero otro que buscaba el mar...

Gustavo Pita Céspedes
(Revista Cúpulas. Instituto Superior de Arte.

Ciudad de la Habana, 2003)

Notas:

(1) Kant, Enmanuel Über das Organ der Seele. Acerca del órgano del alma. (1796)
(2) Unamuno, Miguel de Del sentimiento trágico de la vida. Espasa Calpe Argentina, 1947. Página 35.
(3) Cervantes, Miguel de Don Quijote de la Mancha II. Ediciones Cátedra. Madrid, 1992. Página 491.
(4) Recuérdese La Siesta de Guillermo Collazo.
(5) Venient annis saecula seris quibus Oceanus vincula rerum laxet... Séneca, Lucio Anneo Tragedias. Medea. Citado por Carpentier, Alejo en: El Arpa y la Sombra, Editorial Letras Cubanas, Cuba, 1979. Página 59.

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Filosofía de la Ciudad


  1. La filosofía, su surgimiento y desarrollo, se asocia al de las ciudades.
  2. No solo la comprensión del fenómeno ciudad es un elemento necesario para el desarrollo de la filosofía (por ejemplo, la filosofía no hubiera existido sin el ágora, es decir, sin un espacio urbano de comunicación, de articulación del discurso y ejercicio de la palabra) sino que también la filosofía es cada vez más necesaria para la comprensión del sentido de la vida del hombre en la ciudad.
  3. La vida en ciudad hoy se asocia a múltiples problemas, hasta el punto de que es justamente en ellas donde el hombre llega a perder el sentido del vivir. Así lo confirma un componente necesario de la vida en las ciudades contemporáneas: la neurosis y una de sus frecuentes consecuencias: el suicidio. Las ciudades de hoy están muy lejos de ser aquellas de las que se decía a finales del Medioevo que su aire hacía al hombre libre.
  4. Por otra parte, el tema fundamental de la filosofía es el mismo que el de una ciudad legítima: una filosofía es, al igual que una ciudad, tanto más auténtica cuanto más es su preocupación fundamental el problema del ser humano.
  5. La ciudad es el lugar de existencia del hombre. El ámbito en el que la esencia social del ser humano se manifiesta existencialmente. Una ciudad cumple tanto mejor su función cultural cuanto mejor logra armonizar la esencia social del hombre con su existencia bio-socio-cultural. La estructura espacio-temporal fundamental de una ciudad auténtica debe favorecer que la libertad y la singularidad de los individuos no obstaculice, sino enriquezca y matice su convivencia.
  6. Cuando las ciudades dejan de tener al hombre como criterio fundamental de su desarrollo, su dinámica social y su dinámica cultural entran en flagrante contradicción.
  7. Desde un punto de vista estrictamente culturológico, una ciudad es el espacio de convivencia de diferentes sexos, razas, etnias, generaciones. Es también, esencialmente, el punto de integración de la naturaleza (la del medio externo y la intrínseca de los individuos) y la sociedad. Es asimismo, por otra parte, el punto de confluencia del pasado, el presente y el futuro.
  8. Solo el funcionamiento cultural de una ciudad puede permitir la auténtica existencia del hombre al integrar orgánicamente los elementos arriba mencionados y equilibrar armoniosamente la presencia, en el ámbito urbano, de la sociedad y la naturaleza, el peso que tienen allí el pasado, el presente o el futuro. Cuando en la estructura espacio-temporal de las urbes predomina alguno de los extremos, bien sea el del naturalismo o el del cientificismo-tecnicista, el del tradicionalismo conservador, el creativismo ultramodernista o el utopismo futurista, las ciudades se convierten en grandes centros de alienación del hombre, en donde este, más que un fin, es un medio. Entonces, puede darse el caso, por ejemplo, de que la originalidad de una ciudad esté reñida con su vitalidad, de que su atractivo y peculiar aroma provenga no de flores vivas, sino muertas.
  9. La imagen de la ciudad es proyección de la imagen del hombre como individuo concreto. Es la combinación de los diferentes estilos de vida y vivienda la que confiere a la ciudad su peculiar semblante, su original sabor y color. Martí dice que la historia del hombre puede contarse a través de sus casas, y lo dice en un artículo de la revista que dirigía a los niños y que debía contener lo imprescindible para su formación humana.
  10. Para que una ciudad, además de original sea una ciudad viva debe cumplirse fluida e ininterrumpidamente el proceso por el cual el sujeto se objetiva en el objeto y viceversa, es decir, el hombre como individuo crea su ciudad y esta a su vez al hombre como individualidad concreta, etc. La interrupción de este metabolismo social convierte a las ciudades en cadáveres turísticos.
  11. Desde este punto de vista, Trinidad constituye un importante punto de referencia para reflexionar sobre la filosofía de la ciudad y sus problemas.

    Gustavo Pita Céspedes
    Instituto Superior de Arte
    Trinidad – Ciudad de la Habana
    2002

    Imagenes:

    Sta. Maria del Mar: Foto tomada por Pelusa, BCN 2009

    Seminario de San Carlos y San Ambrosio: Imagen tomada de Panoramio

    Trinidad: Imagen tomada de Travel for Passion

Comentarios

  1. Que decirte del expléndido reportaje que presentas....un diez (10),la foto de Santa Mª del Mar nos recuerda el dia en que nos casamos ahí. Como anécdota mencionarte que mi madre nació en Guantánamo de Cuba. Un saludo.-

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  2. Poderosa imagen esa de "tuyo es lo que rescatas del naufragio". Me hizo pensar en el vínculo creado entre el anticuario y los objetos que restaura. Además, (con un menos ligero escalofrío) recordé también el nombre profesional de quienes cuidan los museos: curadores. Volcarse al mar, así contemplado en el contexto de este artículo, significa identificar con las manos los objetos, con el olfato, la brisa, y con los ojos, el horizonte.

    Otra excelente reflexión que a mí, inmerso (pero no preso) en una ciudad lejos del mar, me hace invocar al viento y la imaginación como transporte. Gracias.

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  3. Ciudad y molde de ciudad ..... muchas gracias por regalarme un motivo para pensar.
    Tambien por el texto de la habana, que me permitio de alguna manera viajar y despertar sutilmente la querida fragancia del mar.
    Un carinoso saludo
    Sunlay

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