Proyecto 365, dia 154: Hermán.
LAS ESTACIONES DE PARIS
(por Pío Serrano)
Tomado del libro "Cuaderno de Viaje"
(por Pío Serrano)
Recorro en París las obligadas estaciones,
de cementerio en cementerio
voy marcando esta sola aventura que le resta
a esta ciudad dormida en sus cristales.
Un ramo de flores amarillas
para un Baudelaire que tuerce el gesto
y mira desdeñoso.
Un callado homenaje a César Frank
que inclina agradecido su cabeza de piedra.
Y dejo atrás el Montparnasse.
En Père-Lachaise
como un espejo de sombras encontradas
el negro granito recibe las últimas confesiones de Marcel Proust,
pego el oído a la brillante piedra
y sólo un susurro indescifrable,
un parloteo oscuro encuentro.
Pregunto por Apollinaire
y me asomo informal a una tierra lentamente trabajada,
granulada de sorpresas y estandartes.
Malva y alada es la piedra que abraza a Oscar Wilde,,
paradójico vuelo el suyo,
de la profundidad al cielo
difícil su equilibrio.
En el costado sur reposan su muerte lo comuneros,
todo parece indicar que este muro no puede sujetarlos
y, lamentablemente, yo he olvidado el discurso plural
que la ocasión impone.
Un poco más allá, al fin, encuentro a Paul Lafargue,
a su lado reposa Laura Marx,
simpático el criollo
(no se equivocaba el viejo Carlos),
pregunta por Santiago de Cuba y sus mulatas,
por el triste destino de su olvidada palabra.
Sólo salva a Paris de sus vivos cementerios
la presencia fugaz de Germán Puig.
Sobre el cielo de París
como un ángel azul pintado por Chagall,
flota Germán y siembra el entusiasmo,
recién acaba de fundar, crear, inventar, fabular
el puente de Alejandro III,
y, generoso, se apresura a compartirlo,
nada esconde a sus amigos,,
nada quiere saber del sórdido trasiego
que para el invierno guarda y atesora,
trozos de vida por vivir, dádivas por dar;
ilumina, enfebrecido gnomo, los amplios bulevares,
y traza, alquimista seguro del gesto, las serenas perspectivas,
feliz como un ángel,
salva a París,
Germán,
y nadie lo sospecha.
de cementerio en cementerio
voy marcando esta sola aventura que le resta
a esta ciudad dormida en sus cristales.
Un ramo de flores amarillas
para un Baudelaire que tuerce el gesto
y mira desdeñoso.
Un callado homenaje a César Frank
que inclina agradecido su cabeza de piedra.
Y dejo atrás el Montparnasse.
En Père-Lachaise
como un espejo de sombras encontradas
el negro granito recibe las últimas confesiones de Marcel Proust,
pego el oído a la brillante piedra
y sólo un susurro indescifrable,
un parloteo oscuro encuentro.
Pregunto por Apollinaire
y me asomo informal a una tierra lentamente trabajada,
granulada de sorpresas y estandartes.
Malva y alada es la piedra que abraza a Oscar Wilde,,
paradójico vuelo el suyo,
de la profundidad al cielo
difícil su equilibrio.
En el costado sur reposan su muerte lo comuneros,
todo parece indicar que este muro no puede sujetarlos
y, lamentablemente, yo he olvidado el discurso plural
que la ocasión impone.
Un poco más allá, al fin, encuentro a Paul Lafargue,
a su lado reposa Laura Marx,
simpático el criollo
(no se equivocaba el viejo Carlos),
pregunta por Santiago de Cuba y sus mulatas,
por el triste destino de su olvidada palabra.
Sólo salva a Paris de sus vivos cementerios
la presencia fugaz de Germán Puig.
Sobre el cielo de París
como un ángel azul pintado por Chagall,
flota Germán y siembra el entusiasmo,
recién acaba de fundar, crear, inventar, fabular
el puente de Alejandro III,
y, generoso, se apresura a compartirlo,
nada esconde a sus amigos,,
nada quiere saber del sórdido trasiego
que para el invierno guarda y atesora,
trozos de vida por vivir, dádivas por dar;
ilumina, enfebrecido gnomo, los amplios bulevares,
y traza, alquimista seguro del gesto, las serenas perspectivas,
feliz como un ángel,
salva a París,
Germán,
y nadie lo sospecha.
Tomado del libro "Cuaderno de Viaje"
Fotografias de Herman Puig
Pelusa
ResponderEliminarHace poco he visto ´y me encantó, tantas historias que convergen en la poascinante ciudad de Paris. Imagenes, amores, colores, estaciones, suelos, cielos, sonrisas, espejos, sombras dádivas, susurros y ... culos (perdon me distraje con las fotos de Mr. Puig... hummm).. deciá: y.... Amor. El recorrido por los cementerios como pasa en uno de los cortometrajes es inaplazable, a veces son espacios tan reflexivos y calmos.
Gracias por traerme acá a leerte. Excusas tanta ausencia!
Abrazos
ups! me comí el nombre de la peli: Yo amo Paris!
ResponderEliminarQue hermoso texto Pelusita... que buen post de hecho
ResponderEliminarte mando un beso.
Mi queridísima Pelusa: nada más reanimador como estos versos y estas imágenes que, como ya dice Potter, disparan al corazón y a la conciencia. A falta de cementerios tan llenos de historia, creo que daré una vuelta por la biblioteca. Besotes en una tarde todavía soleada.
ResponderEliminarYo quiero un cementerio así... para siempre. Beso, Pelusita.
ResponderEliminarAyyy, estoy suspirando Pelusita; suspirando... es una belleza ese texto.
ResponderEliminarY del Cementerio/Ciudad que retrata, mejor omito mi opinión porque sonaría demasiado cursi...
Ayyy.. sigo suspirado
Un beso
PS Y ya un poquito más mundana... vaya imágenes, eh. Un dios hecho a mano
Hoy paso y cuando leo el poema se me seca el comentario. Y cuando leo los comentarios, más aún. Y cuando publique en EyL entenderás por qué.
ResponderEliminarBesos misteriosos.
Hola Potter:
ResponderEliminarYo no he visto la peli, pero me alegra que este poema te haya traido tan gratos recuerdos. Paris es de esos lugares que provocan nostalgia ajena, verdad?
Besos!
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Mau:
Otro para ti!
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Palomita:
Era el proposito: reanimar!
¿Qué tal tu gira por la biblio?
Besos!
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Marita:
Yo es que soy mas de vivos… pero si hay que elegir, tambien prefiero uno asi.
Un beso!
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Marichuy:
Suspira, suspira… Se permite suspirar y soñar entre letras e imágenes!
Sobre las imágenes: el dios esta esculpido en luz y sombra, y conozco la mano creadora. Inspirador!
Besos!
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Ivanius:
Ya te lei, y sonrio por las coincidencias… (habra realmente?)
Un abrazo!