¿Dónde empieza y donde acaba el yo?

Proyecto 365, dia 229


- (…) Cuando haya vivido tanto como yo, se dará cuenta de que todo ser humano tiene su concha y de que debe tenerla en cuenta. Por concha quiero decir todo el conjunto de sus circunstancias. No existen el hombre o la mujer aislados. Todos nosotros estamos formados por un puñado de accesorios. ¿Qué constituye nuestro propio yo? ¿Dónde empieza y donde acaba? En parte está en todo lo que nos pertenece y, a su vez, nuestras posesiones forman parte de él. Por ejemplo, yo sé que una gran parte de mí misma está en los vestidos que me gusta llevar. ¡Tengo un gran respeto por las cosas materiales! Nuestra personalidad, a los ojos de otras personas, es la expresión de nuestra personalidad; y la casa de una persona, sus muebles, su indumentaria, los libros que lee y las compañías que frecuenta son cosas harto expresivas.
Todo este discurso era muy metafísico, aunque no más que otras muchas observaciones que madame Merle ya había hecho. A Isabel le gustaba la metafísica, pero no coincidía con su amiga en ese audaz análisis de la personalidad humana.
- No estoy de acuerdo con usted. De hecho, pienso exactamente lo contrario. No sé si yo consigo expresarme, pero sé que ninguna otra cosa puede hacerlo por mí. Nada de lo que me pertenece es medida de mí; al contrario, todo es un límite, una barrera y además perfectamente arbitraria. Ciertamente los vestidos que, como usted dice, me gusta ponerme no expresan como soy; ¡Dios me libre!
-Viste usted con mucho gusto- intercaló madame Merle con ligereza.
-Puede que si; pero no me interesa que me juzguen con ese criterio. Mis vestidos tal vez expresen como es el modisto, pero no como soy yo. Para empezar no los llevo por
propia elección: me los impone la sociedad.
-¿Preferiría usted no llevarlos?- preguntó madame Merle en un tono que prácticamente ponía fin a la discusión.

El retrato de una dama.
Henry James

Comentarios

  1. ¡Ah, Pelusilla, qué buen ejemplo de inicio de una reflexión! A mí me gusta mucho Henry James, pero esta joyita no la conocía y el gustillo que se queda en los ojos, me llevará a sus páginas. Un besote grande de acá.

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  2. Buena elección!

    Es cierto que a lo largo de nuestra vida vamos incorporando accesorios, fruto de las vivencias y circunstancias, que nos van cubriendo como una coraza y dejamos de ser tan transparentes y auténticos a los ojos de los demás.
    Con el tiempo uno aprende a no juzgar a nadie por su aspecto.

    Un besito, Pelusa!

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  3. Huy... Henry James... ya casi lo había olvidado. No he leído el Retrato, pero sí una obrita breve llamada "El fantasma que pagaba alquiler" y tal vez "Daisy Miller". Fue hace mucho, mucho tiempo. Tendré que buscarlo de nuevo. Gracias.

    Besos triscaidecasilábicos. :P

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