Chapingo

Hace ya dias que no escribo nada aqui. Hoy venía pensando en escribir mucho, sobre todo lo que nos ha acaecido en estos días, pero ahora no se me ocurre nada...

Creo que voy a empezar por lo más sencillo, esto es, que el curso de mi esposo en la Universidad de Chapingo ya terminó, el pasado sábado. Quedaron muchos temas en el tintero, porque el título de "Acercamiento a la ciencia" resultó bastante ambicioso, además de motivador. Yo, al menos, me quedé con deseos de seguir indagando.

El curso como tal resultó todo un éxito. Los alumnos -que al final (o al principio?) son lo más importante- se mantuvieron asistiendo incluso cuando los sucesos de Atenco, incluso cuando estaban presionados por los exámenes, incluso cuando ya las clases habían terminado y estaban a punto de cerrar la Universidad... Los profesores quedaron encantados, pidiendo una mayor colaboración de mi esposo en su centro. Las autoridades de la Universidad se mostraron muy sorprendidas, porque hasta ellos llegó el rumor aprobatorio de los alumnos.

Ese día, para celebrar el buen término del curso, nos llevaron a comer a un pueblito cercano, ubicado en un monte, llamado "La Purificación". El nombre se debe, al parecer, a unas corrientes de aire que impiden (quizás por la altura del lugar o por la dirección) que la inmensa contaminación del DF llegue a Texcoco y sus alrededores. El pueblito como tal es la clásica imagen que tenemos de México gracias a su cine, sobre todo el de mediados del siglo XX, con casitas pequeñas rodeadas de primorosos jardincitos; una iglesia señoreando el lugar; y la población casi totalmente de piel cobriza (aunque nos contaron que ahí viven muchos rusos!).

El "restaurante" al que nos llevaron no era más que un solar muy amplio en el que han montado un techo rústico sobre unos pilares de madera en bruto con miles de mesas, grandes y pequeñas, por doquier. En un extremo están los hornos excavados en la tierra donde asan durante toda la noche diversas carnes, que pueden ser carnero, cerdo, pollo, conejo..., con las que hacen la tan famosa Barbacoa, que es como el plato típico de esta región. Apostados cerca de este centro de preparación y venta de las carnes, las mujeres frente a sus fuegos te ofrecen a voces tortillas de maiz azul, o nuestros amados tlacoyos (de los que ya hablé una vez). En realidad, esta comida que tuvimos, ya la habíamos probado con la profesora en el mercado, aquel primer sábado del curso, pero con un sabor tan especial como la de éste último día, no la habíamos encontrado nunca.

Fue una maravillosa experiencia, y no solo en el ámbito gourmet, sino porque pudimos comunicarnos abiertamente con los alumnos que nos acompañaron.
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Otro dia sigo contando otras cosas.

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