De perros y torturas


Hoy estaba mirando por la ventana de mi apartamento, y vi algo horrible, aunque no inusual en esta ciudad.
Un niño tenía a un perrito amarrado a un poste de electricidad, y con un cinturón estaba golpeando el poste, justo sobre la cabeza del pobre perrito que, por supuesto, estaba aterrorizado y ya histérico, ladrando sin parar y tratando de morder el cinturón. El niño no estaba solo, estaba con un adulto, y ambos se reían mucho cada vez que el pobre animal quedaba temblando por un golpe propinado al poste. Luego salió una muchacha adolescente de la tienda cercana, y se quedó mirando lo que le hacían al perro y... terminó riéndose junto a los otros dos!!!
Yo no dije nada, solo miré desde mi ventana hasta que la cerré para no escuchar mas los aullidos del animalito. NI una sola vez, mientras yo miraba, le dieron golpes al animal... Pero nadie me puede negar que lo que hacían es uno de los tipos de tortura más crueles que pueda existir.
Yo no dije nada...
Ya antes, en otra ocasión sí dije, protesté, grité desde mi ventana, y luego bajé a decirle toda clase de improperios al dueño de la tienda (la misma al lado de la cual hoy torturaban al perrito). Pero no conseguí nada.
En este lugar, como en todas partes (pienso yo) hay muchos perros callejeros. Son sucios y malolientes, como todos los perros callejeros, pero, también como todos los perros, tienen ojos nobles y agradecen sobremanera cualquier palabra cariñosa, aulqueir caricia, o cualquier bocadito de comida que se les de. Y frente a esta tienda había dos perros hermosos, a los que el dueño de la tienda ni miraba. Puedo apostar que nunca les dio comida, ni siquiera los bañó alguna vez. Pero un día, uno de los perros desapareció.
"Lo regalamos"- me dijo el señor (si se le puede llamar así) en respuesta a mi interés sobre el paradero del perro. Y ya no lo volví a ver.
Y otro día, en la mañana, siento al otro perro (un perro grande, blanco y amarillo, que pasaba todo el día acostado sin chistar) ladrando y gruñendo como loco. Me asomo a ver qué pasaba, y estaban acosando al perro unos hombres que finalmente lograron enlazarlo y montarlo en su carro-jaula. Ese fue el día que les grité por la ventana: "¿Y adonde se lo llevan?!!". "A la perrera"- me dijo el del carro-jaula- "El dueño ha donado a este perro para..."
No lo dejé terminar. Bajé corriendo... "¿Para qué ha donado a este perro que ni siquiera es suyo? ¡¿Para que se lo echen como cena a los leones en el zoológico?! ¿Con qué derecho se deshace usted de un perro al que ni siquiera ha mirado en toda su vida?..."
Bueno, al final no conseguí que no se llevaran al perrito. Pero terminé diciéndole al señor que ya no fuera tanto a misa, que era por gusto, porque los perros son también seres vivos, y que él ya tenía, con éste, dos asesinatos sobre su conciencia, así que no era ni remotamente posible una visita al cielo cuando se muriera... "¿Y sabe qué? Va usted a tener la misma muerte que le ha dado a estos animales, porque en este mundo todo se paga!!"- le escupí las palabras en su carota asombrada, y me fuí, seguida de mi esposo que había bajado tras de mi, según él, para cuidar que no me hicieran nada.
.......................
Hoy reviví todo lo que pasó aquel día con el perro amarillo, y por eso decidí que era mejor no decir nada. "Total - pensé- a estos no seré yo quien los cambie."
Si torturan así a un perrito solamente para divertirse, o se deshacen de ellos como si fueran ropa vieja... ¿qué se puede esperar de ellos? ´Si los niños ven ese ejemplo en los adultos... ¿qué otra cosa se les puede pedir?

Comentarios

  1. es interesante lo que escribes, una vez quedé impactada cuando andaba por holguín y em tocó ver una pelea clandestina de perros, fue espantoso, inhumano, bestial, pero bueno que vamos a hacer con esa gente tan cruel, solo discriminarlos. suerte con tu nueva vida en MEXICO, y gracias por escribir en mi blog.............solem

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